Aparco el coche enfrente de casa, si es que se le puede llamar así. Mi hermano está sentado en la puerta, esperándome helado de frío. Si el cabezón de él no hubiese salido corriendo del supermercado, no hubiese pasado frío, pero como eso ya lo sabe me callo y me dirijo a la puerta. Cuando ve que me estoy acercando, rápidamente se levanta y nos quedamos mirándonos. Apenas lleva una camiseta fina así que seré breve por esta vez.
-¿Tienes algo que decir?
-Yo...-empieza Iván- Lo siento. ¿Puedo entrar en casa?
-Primero deja la compra en casa-digo.
Le tiene que quedar claro que soy yo quien tiene el poder y que no puede ir por ahí haciendo tonterías, soy yo quien ejerce el papel de padre y también, aunque lo haga penosamente, el de madre.
Entró en casa, le preparo una comida rápida a Iván y me tumbo en el sofá.
-¿No quieres cenar?-pregunta.
-No.
En realidad sí que quiero pero no soporto la idea de comer en esa mesa. Cenar nosotros juntos, fingiendo que somos una familia normal, cuando sabemos perfectamente que no lo somos. Yo le preguntaría por el colegio como hacía mi madre, y por las chicas, como hacía mi padre, el problema es que eso jamás ocurrirá, ahora quedan vacías dos sillas en nuestra cocina.
Mi hermano termina de cenar y después de desearme buenas noches, se mete en la cama. Yo, como todas las noches, me quedo en el sofá, esperando que mañana no me duela la espalda pues e sofá es demasiado duro para dormir, pero no me queda otra opción.
***
El portazo, al salir de casa, de mi hermano me despierta. Él ya ha desayunado, se nota por la de cosas sucias que ha dejado, y ahora se marcha andando al colegio. O eso espero, ayer me llamó su tutora, era la tercera vez esta semana que faltaba a clase y si hoy no iba, le expulsaría un día. Intento apartar todos mis problemas con una ducha fría, pero de poco sirve. Últimamente, todo va a peor. Pero necesito despejarme, en el instituto la mayor parte de los alumnos me tienen miedo así que no puedo ir con cara de dormido. Supongo que fue a la edad de Iván cuando empecé a cojer esta mala reputación, bien merecida, por eso no quiero que él haga lo mismo, quiero que por lo menos uno de los dos triunfe en al vida.
Sin desayunar me meto en el coche. Por el trayecto intento buscarlo pero no lo veo, lo más probable es que en cualquier momento del día me llame su profesora confirmándome su expulsión, genial.
Llego al parking del instituto, que como siempre, esta abarrotado de gente. Conduzco hasta la otra esquina, al estar más alejado del instituto apenas aparca gente ahí. Voy a abrir la puerta cuando veo a Noe. La dejo pasar y entonces la abro. Algo choca contra mi puerta y cuando salgo del coche me encuentro a la chica de ayer, Lucía, en el suelo tirada. Se frota el codo y la muñeca. Tendria que ayudarle pero simplemente no me sale:
-¿ Porqué siempre que te veo estas en el suelo?
jueves, 10 de noviembre de 2011
martes, 1 de noviembre de 2011
Capitulo 2 (1/3) Antonio
-Te he dicho que dejes esa bolsa de chuches ahí- repito por enésima vez a mi hermano.
Estamos montando una escena en el supermercado, justo lo que él quiere. No se porque se a encaprichado por esa estúpida bolsa. Hoy no se la puedo comprar pero ya se lo compraré otro día.
-Antonio quiero esa bolsa- vuelve a decir Iván.
-Tienes 12 años, haz el favor de no hacer el ridículo. Como no sueltes la bolsa ahora mismo....
-¿Qué?-interrumpe mi hermano- ¿Que me vas a hacer? ¿Me vas a dar una paliza como haces con aquellos que te contradicen?
Esto no se lo voy a tolerar, he tenido mucha paciencia, demasiada como para que me venga faltando al respeto.
Me acerco a su lado, le quito la bolsa de las manos y la dejo en su sitio. Es hora de que se vaya enterando de quien tiene el mando entre nosotros, peor él, siempre tan rebelde, coje un puñado de bolsas, las tira al suelo y sale corriendo.
-¡Iván!-le grito, pero no se da la vuelta.
Algún día se encontrará con la persona equivocada, le saldrá esa vena de superioridad y acabará muy mal. La verdad, espero que le pase pronto, no soporto tener que cuidar de un niñato insolente. Reúno las bolsas dispersas por el pasillo mientras la gente me mira descaradamente, me dan ganas de girarme y gritarles a todos pero lo único que conseguiría sería que me echasen del super, por lo que sigo empujando el carrito. Miro atentamente a los lados, buscando a mi hermano pero no lo encuentro por ninguna parte. Soy el único que tiene las llaves de casa así que daré un par de vueltas antes de volver, para que la próxima vez no haga el estúpido.
Voy a la caja, pago todo y, cargado de bolsas, salgo de ahí. Estoy buscando mi coche cuando una chica se choca contra mi, cayendo al suelo y tirándome una bolsa. Me mira intentando descifrar si la ayudaré, pobre de ella, no sabe que Antonio Llues no ayuda a nadie.
-Igual te levantas y recojes la bolsa que has tirado, ¿no?-digo.
-Igual me ayudas a levantarme y a recogerla, ¿no?-contesta y no me gusta nada el tono empleado.
-A ver niñata, tu la tiras, tu la recojes, no hay mas complicación.
-Ni en tus mejores sueños- responde con aires de superioridad.
¿A caso hoy es el día mundial de agotar la paciencia de Antonio? Porque a Iván puedo soportarle pero a esta mema que no la he visto en mi vida no.
-No te estaba preguntando-dijo acercando me a ella-así que hazlo.
-Bueno chicos-dice una voz aguda intentando calmar las cosas- relajaros, ya recojo yo la bolsa.
Me fijo en que es Noelia, la chica en silla de ruedas de mi instituto. Esta chica desprende una energía tan positiva que podría calmar al más furioso. Esta haciendo un esfuerzo terrible para alcanzar toda la comida que se ha caído, justo cuando voy a decirle que no hace falta que lo recoja, la chica se agacha y le ayuda. Cuando se levanta para dármela, la miro directamente a los ojos y le digo:
-¿A que no era tan difícil?
Noto que me va a responder o por lo menos a intentarlo porque entonces me giro y me ofrezco a llevar a Noe a su casa, no sería la primera vez, pero ella dice que va a comprar ahora con su nueva amiga. Lucía.
Estamos montando una escena en el supermercado, justo lo que él quiere. No se porque se a encaprichado por esa estúpida bolsa. Hoy no se la puedo comprar pero ya se lo compraré otro día.
-Antonio quiero esa bolsa- vuelve a decir Iván.
-Tienes 12 años, haz el favor de no hacer el ridículo. Como no sueltes la bolsa ahora mismo....
-¿Qué?-interrumpe mi hermano- ¿Que me vas a hacer? ¿Me vas a dar una paliza como haces con aquellos que te contradicen?
Esto no se lo voy a tolerar, he tenido mucha paciencia, demasiada como para que me venga faltando al respeto.
Me acerco a su lado, le quito la bolsa de las manos y la dejo en su sitio. Es hora de que se vaya enterando de quien tiene el mando entre nosotros, peor él, siempre tan rebelde, coje un puñado de bolsas, las tira al suelo y sale corriendo.
-¡Iván!-le grito, pero no se da la vuelta.
Algún día se encontrará con la persona equivocada, le saldrá esa vena de superioridad y acabará muy mal. La verdad, espero que le pase pronto, no soporto tener que cuidar de un niñato insolente. Reúno las bolsas dispersas por el pasillo mientras la gente me mira descaradamente, me dan ganas de girarme y gritarles a todos pero lo único que conseguiría sería que me echasen del super, por lo que sigo empujando el carrito. Miro atentamente a los lados, buscando a mi hermano pero no lo encuentro por ninguna parte. Soy el único que tiene las llaves de casa así que daré un par de vueltas antes de volver, para que la próxima vez no haga el estúpido.
Voy a la caja, pago todo y, cargado de bolsas, salgo de ahí. Estoy buscando mi coche cuando una chica se choca contra mi, cayendo al suelo y tirándome una bolsa. Me mira intentando descifrar si la ayudaré, pobre de ella, no sabe que Antonio Llues no ayuda a nadie.
-Igual te levantas y recojes la bolsa que has tirado, ¿no?-digo.
-Igual me ayudas a levantarme y a recogerla, ¿no?-contesta y no me gusta nada el tono empleado.
-A ver niñata, tu la tiras, tu la recojes, no hay mas complicación.
-Ni en tus mejores sueños- responde con aires de superioridad.
¿A caso hoy es el día mundial de agotar la paciencia de Antonio? Porque a Iván puedo soportarle pero a esta mema que no la he visto en mi vida no.
-No te estaba preguntando-dijo acercando me a ella-así que hazlo.
-Bueno chicos-dice una voz aguda intentando calmar las cosas- relajaros, ya recojo yo la bolsa.
Me fijo en que es Noelia, la chica en silla de ruedas de mi instituto. Esta chica desprende una energía tan positiva que podría calmar al más furioso. Esta haciendo un esfuerzo terrible para alcanzar toda la comida que se ha caído, justo cuando voy a decirle que no hace falta que lo recoja, la chica se agacha y le ayuda. Cuando se levanta para dármela, la miro directamente a los ojos y le digo:
-¿A que no era tan difícil?
Noto que me va a responder o por lo menos a intentarlo porque entonces me giro y me ofrezco a llevar a Noe a su casa, no sería la primera vez, pero ella dice que va a comprar ahora con su nueva amiga. Lucía.
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